En Actividadex visitamos un pequeño reino, escondido en lo alto de un barranco que domina la vega del río Jarama, Patones de Arriba. En un paisaje creado por la fuerza de las aguas y el paso de antiguos pueblos, desde los hombres y mujeres de las cavernas hasta los romanos y los visigodos, llegamos a Patones de Arriba por una estrecha carretera que termina flanqueada por viviendas de oscura pizarra y coronada por la Iglesia de San José, del siglo XVI. Esta pizarra, muy abundante en toda esta zona del Jarama, convierte a Patones de Arriba en un referente de la conocida como “arquitectura negra” y esa aura mágica que impregna cada pequeña calle del pueblo. Una pequeña villa que tiene rey y bruja (aunque de ella hablaremos un poco más tarde).
Qué ver en Patones de Arriba
Desde la Iglesia de San José, hoy transformada en la Oficina de Turismo de la localidad, rápidamente nos vemos imbuidos por las diferentes tonalidades de pizarra que dan forma y vida a todo el pueblo. Dejando la iglesia -construida sobre una antigua ermita de piedra y cal- a nuestra derecha y siguiendo el sonido de un arroyo cercano que llega desde el fondo de una empinada cuesta, llegamos al puente de pizarra desde el que ya podemos ver el antiguo lavadero y la Fuente Nueva, ambas del principios del siglo XX. Los tres caños de la fuente, el central llamado “el abuelo” por los patoneros, nutren de agua al antiguo lavadero de piedra. Este lugar estaba conectado a la antigua fragua del pueblo, cuyo testimonio deja la piedra de moler que podemos contemplar junto al pilón de la fuente.
De hecho, mientras caminamos por sus calles descubrimos que muchas de las viviendas -sobre todo, las de la calle Despeñadero-, conservan antiguos hornos que se utilizaban para cocer el pan, preparado con la harina de trigo que se cultivaba en la vega del Jarama. Pero además de pan, estos hornos proveyeron de lo que hoy conocemos como especialidades gastronómicas serranas, tales como el cordero y el cabrito lechal o los bollos tradicionales.
Pero sin duda, la mayor belleza de Patones de Arriba reside en sus calles y sus viviendas. Al recorrer sus empinadas cuestas, podemos sentir que el tiempo en este pueblo se ha parado y, fijándonos bien, comprobamos cómo las estructuras más antiguas todavía conservan -además de la omnipresente pizarra- madera, ladrillo árabe, jaras y retamas. Casi todas las viviendas tradicionales son de dos o tres plantas, la de abajo destinada a la cocina y la cuadra de los animales, la intermedia para las habitaciones y la superior, de pequeña altura, utilizada como “sobrao” para guardar el grano de cereal. Todas ellas, preparadas para enfrentar al frío y húmedo tiempo invernal de montaña que da carácter a Patones de Arriba.
¿Y la bruja de Patones?
Hemos hablado del rey de Patones, pero no nos hemos olvidado de la bruja. Si buscas bien, puedes verla asomada en una ventana muy cerca de la Iglesia de San José, pero su morada está en una recóndita cueva cerca de la entrada a Patones de Arriba. Tres niveles de cueva al que se accede por una gatera y que nos lleva a una sala con un rappel de casi 40 metros. Las galerías de la Cueva de la Bruja tienen hermosas formaciones rocosas y aunque dicen que esta actividad espeleológica la pueden hacer hasta niños a partir de los 8 años, ¿te atreves a encontrarte con la bruja de Patones?
La historia de Patones de Arriba
De entre las rocas creadas por antiguos fondos marinos, la primera “vivienda” que se encontró en Patones de Arriba es la Cueva del Reguerillo, en la parte exterior del cerro de la Oliva, con más de treinta mil años de antigüedad y la cavidad más importante de la Comunidad de Madrid. Desde entonces, este cerro acogió diversos asentamientos de población tanto prerromana como latina y visigoda, gracias a su posición estratégica. De aquellos pretéritos tiempos, podemos disfrutar hoy del Yacimiento Arqueológico del castro Dehesa de la Oliva, con más de treinta tumbas de los siglos V y VII d. C.
Pasaron los siglos en esta pequeña población hasta que, tras la reconquista cristiana de la península, unos pastores del territorio de Uceda (Guadalajara) formaron la alquería de Patones en el siglo XVI, nombre que tomaron en honor a la familia fundadora de apellido Patón. Pero como se sentían olvidados por Uceda, un día los patoneros (o patones) decidieron nombrar a su propio rey, el Rey de Patones, cuya figura permaneció intacta en el tiempo, ejerciendo como una especie de alcalde o juez de paz.
Fue con la llegada al trono de España de Carlos III que Patones perdió a su rey. Exactamente, el 3 de agosto de 1769 se concedió a Patones el título de lugar o aldea independiente de la Villa de Uceda, desapareciendo así la figura del Rey de Patones, aunque sólo administrativamente, ya que los patoneros siguen teniendo muy presente que fueron un pequeño reino que incluso resistió los envites de la Guerra de la Independencia contra Francia y Napoleón Bonaparte.
Sobre este hecho tan singular, escribió en 1781 las siguientes palabras Antonio Ponz, viajero e historiador ilustrado, que nos da una idea del carácter de los habitantes de Patones de Arriba:
“Estos hombres eligieron entre ellos a la persona de más probidad para que les gobernase y decidiese sus disputas, de cuya familia era el sucesor, y así se fueron manteniendo de siglo en siglo con un gobierno hereditario, llamando a su cabeza Rey de los Patones (…) El último rey de Patones solía ir a vender algunas carguillas de leña a Torrelaguna, en donde le han conocido varios sujetos, que le trataron y me han hablado de él (…) Y aunque alguien diga (que bien se dirá) ¿cómo es posible que existiese eso a doce leguas de Madrid, sin saberlo yo, ni haber oído hablar a alma viviente? no me causará maravilla, pues yo me hallaba en el mismo caso. Sabido es cuál suele ser nuestra curiosidad por indagar lo que sucede a dos o tres mil leguas de aquí, ignorando lo que hay en nuestra propia casa”.
A lo largo de los siguientes siglos, y en especial en el pasado XX, los patoneros fueron descendiendo de forma paulatina de Patones de Arriba a Patones de Abajo, en la vega del Jarama, donde actualmente habitan la mayoría de sus algo más de 500 vecinos, mientras que alrededor de 40 permanecen en la histórica villa. En 1999, Patones de Arriba fue nombrado Bien de Interés Cultural como Conjunto Histórico, gracias a su incalculable valor etnográfico y ambiental.
Tres propuestas para hacer en Patones de Arriba
Senderismo en Patones
Participando en esta ruta de senderismo en la Sierra de Patones descubrirás en primera persona la cumbre más alta de dicha Sierra, el Cancho de la Cabeza, situado a 1.263 metros de altitud. Una cima desde la que las vistas de la Sierra Norte de Madrid o el embalse del Atazar, te dejarán boquiabierto.
Ruta de Senderismo Hoces del Río Jarama
En esta ruta de senderismo guiada por las Hoces del Río Jarama, descubriremos de primera mano las formaciones naturales que se han ido creando tras el paso de los años, fruto de la erosión generada por el agua del río, y el espectacular paraje enclavado en la Sierra Norte de Madrid, el cual alberga un amplio ecosistema lleno de especies tanto de fauna como de flora endémica de la región.
Ruta de senderismo por las Hoces del Río Lozoya
Ruta de senderismo guiada en la que descubriremos las hoces del río Lozoya, acompañados de un guía experto, así como la fauna y flora que habita el paraje del Pontón de la Oliva.